El frío invernal que se presenta tarde-noche en nuestra capital, me hizo quedarme en casa, tomé el libro Juan Mateo y Jorge Valdano “Liderazgo” con la esperanza de que su lectura me reconfortará y me permitiera dormir. Ocurrió lo contrario. En una de las introducciones me llamó la atención lo siguiente:“Pensar sentado es difícil, pensar corriendo es más difícil todavía. Tomar decisiones con serenidad es difícil; tomarlas en medio de grandes tensiones emocionales es más difícil todavía. Ejecutar una decisión con tiempo por delante es difícil; hacerlo al instante es más difícil todavía. El fútbol profesional (en general agregaría yo) es un ámbito exagerado que pone a prueba al hombre porque somete a presiones, urgencias y vanidades de complicada digestión”.
Me piqué con la lectura y nos fuimos a nuestro librero.
Y en uno de los Magazine de la FIFA encontré algo interesante de este hombre Stanley Lover vive en Paris y se dedica a las Reglas de Juego desde hace una década, comenta lo siguiente:
“Se dice a menudo que el arbitraje es una tarea desagradecida porque los colegiados son el blanco de las frustraciones de los hinchas. Los árbitros, sin duda, son voluntarios con una pasión arraigada por el fútbol. Continúa con sus comentarios Soy una especie en vías de extinción, uno más de un medio millón en el mundo que se arriesga a correr la misma suerte que los dinosaurio, es posible, pero hasta que no seamos sustituidos por robots o por computadoras, no despareceremos. Sufrimos las crueldades de la naturaleza humana a manos de la gente que apoyamos. Nos exponemos a insultos, abusos, amenazas y agresiones. Se nos escupe, ridiculiza, dispara y a veces se nos asesina. Somos el blanco de las masas que protestan e impugnan, que nos acusan de corrupción, de racismo, de ser instrumento de la mafia, déspotas, fanáticos del poder y cosas aún peores” terminó su comentario.
Arbitrar un juego
Implica básicamente decidir sobre las acciones de juego que ocurren durante el mismo. Estas decisiones, deben ser efectuadas de forma rápida, segura, imparcial, dando lugar a que varias capacidades cognitivas estén relacionadas con una optimización de su trabajo.
Su autoridad debe prevalecer durante el desarrollo del juego como responsable del juego, en lo que concierne a la disciplina, control y orden siendo en muchas ocasiones cuestionadas sus determinaciones disciplinarias que tome conforme a las reglas de juego.
El árbitro durante el juego aplica la tercera ley de Newton
Con sus decisiones aplica esta ley de la física mecánica, según la cual, “para cada acción, hay una reacción opuesta en igual fuerza y magnitud”, para cada decisión del árbitro, existe una reacción del jugador o del público en general e incluso en ocasiones afecta el resultado del partido.Mantenga un ambiente positivo y propicio
El árbitro debe crear una atmósfera positiva durante el juego.
Se deben parecer más a los termostatos que a lo termómetros. A primera vista, un individuo podría confundir estos dos instrumentos. Ambos son capaces de medir el calor. Sin embargo, son bastante diferentes. Un termómetro es pasivo; registra la temperatura de su medio, pero no puede hacer nada para cambiarlo. Un termostato es un instrumento activo; determina lo que será el ambiente. Efectúa cambios a fin de ajustar el clima
El ser árbitro es una bendición.
Del Magazine de la FIFACorría el año 1944 Leo Goldstein estaba en un campo de concentración nazi Auschwits, el ser árbitro lo salvo de ir a la izquierda (cámara de gases), emigró a los EEUU se hizo árbitro internacional de la FIFA manifiesta el siguiente comentario:Un sueño imposible convertirlo en realidad, uno en el cual cada partido de fútbol se juegue lealmente. Uno, en el que los jugadores, guiados por una disciplina moral y física, muestren emociones y alegría para ellos mismos y para aquellos que los observan. Cada infracción cínica, cada tentativa de engaño y cada acto de falta de respeto arruinan dicho sueño. Sé que mi sueño es pura fantasía, pero junto con mis compañeros árbitros trato de limitar la degradación de nuestro deporte a manos de algunos jugadores e hinchas que no comparten una pasión tan profunda.
Los árbitros somos voluntarios y continuaremos balanceándonos en la cuerda floja, a veces con la intención de tirar la toalla, pero sucumbiendo al día siguiente frente a una oleada de adrenalina antes del próximo partido. Es una obsesión que engendra más satisfacción que frustración” termina su comentario
¡Erradiquemos los insultos!
Erradiquemos los insultos al árbitro… ¿por qué no? El hombre de negro ha sido agraviado muchas veces, pero, ¿merece realmente ese trato?La dolorosa realidad. El público en general asiste a los estadios para disfrutar del juego y considera también que el acoso a los árbitros es parte de la diversión del mismo, harían bien en reflexionar sobre lo que se siente al ser tratado sin el menor respeto y al exponerse en soledad a la humillación pública, o al ser blanco de todo tipo de objetos, atacados por jugadores, padres de familia, e hinchas, agredido a puños y patadas y quedar conmocionado y sangrando, tener que enfrentar actitudes desdeñosas o soportar ataques anónimos que dejan las ventanas rotas y neumáticos del automóvil destrozado, o sufrir el acoso colectivo en lugares públicos, o la finalizar el juego recibir líquidos (agua de riñón) y otros.
Un plan de acción
La discriminación racial es un problema mundial, diversas organizaciones se ven obligadas a enfrentarla..
La FIFA apoya decididamente toda acción contra el racismo en el ámbito futbolístico y sería el organismo ideal para coordinar, desarrollar y supervisar una campaña para luchar contra el problema interno de discriminación que son objeto los árbitros: insultos, agresiones y demás vejaciones. Acabemos con esta falacia de la sociedad que asistir a un estadio de fútbol que el insulto es parte del decoro del juego.Por último apreciable amigo árbitro, una pregunta: ¿Sabes valorar lo que tienes?....
Fuentes de apoyo:
Liderazgo de Juan Mateo y Jorge Valdano
El Espejo del Líder de David Fischman
FIFA Magazine
Desarrolle los Líderes que están alrededor de usted. De John C. Maxwell
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